En Efesios 2:22 dice “En cuanto a la pasada manera de vivir, despojaos del viejo hombre, que está viciado conforme a los deseos engañosos, y renovaos en el espíritu de nuestra mente, y vestíos del nuevo hombre, creado según Dios en la justicia y santidad de la verdad.”
El
día que invitaste a Jesús a entrar a tu corazón, fuiste
nacida de nuevo por medio del Espíritu Santo. Por entrar a la
familia Real del Rey de Reyes automáticamente te convertiste en una
Princesa.
Por lo tanto se te tenía preparada una entera colección
de prendas muy preciosas y de mucho valor, la cuales fueron
pagadas con la Sangre Preciosa de Cristo, el Príncipe de Paz. Tienes
muchas prendas hermosas colgando en tu armario. Tienes
preciosos vestidos de amor, gozo, paz, benignidad, bondad, fe,
templanza y mansedumbre (Gálatas 5:22-23).
Tienes vestidos encantadores de
entrañable misericordia, de benignidad, de humildad, de mansedumbre,
de paciencia, de soportar a tus prójimos y de perdón. Colosenses
3:12-17
Lo extraño del caso es que aunque a
todas se nos ha dado esta hermosa colección de prendas hermosas y
carísimas, casi nunca nos preocupamos o nos molestamos en usarlas.
Estamos tan acostumbradas a usar nuestra vieja y descolorida ropa de la carne. Nos sentimos más cómodas con ellas. Por haberlas usado por mucho tiempo nos sentimos a gusto con ellas y pues decidimos seguir usando esa ropa favorita aunque ya es vieja y descolorida en vez de lucir nuestros nuevos vestidos.
Estamos tan acostumbradas a usar nuestra vieja y descolorida ropa de la carne. Nos sentimos más cómodas con ellas. Por haberlas usado por mucho tiempo nos sentimos a gusto con ellas y pues decidimos seguir usando esa ropa favorita aunque ya es vieja y descolorida en vez de lucir nuestros nuevos vestidos.
¡Usar un hermoso vestido de paciencia o
benignidad nos hace sentir como extranjeras y extrañas pues no
estamos acostumbrados a ellos!
¡Pero ellos te pertenecen! ¡Son
tuyos! Imagínate si tu padre o tu esposo comprara uno de esos
vestidos carísimos para ti. ¡No podrías creer lo elegante que
lucirías! Pero imagínate que nunca lo usaras. Que si pensaras
que fuera muy bueno para ti. ¿Cómo crees que se sintiera el que te
lo compro después de pagar tanto por el y tanto quería vértelo
puesto?
Me pregunto cómo se sentirá Dios
cuando él nos ha dado esas hermosas prendas
Pagadas con un precio enorme
y nosotros nunca las usamos.
El nos las da pero él no las pone
en nosotras. El nos dice que los usemos.
“Vestíos del nuevo hombre”.
Asegúrate de ponerte uno de esos
hermosos vestidos cada mañana.
¿Estás pasando a través de días
frustrantes? ¿Tuviste una mala noche y ahora te sientes
malhumorada e impaciente? ¡Ponte el vestido de alabanza!
(Isaías 61:1-3)
Déjame contarte un secreto. No
sentirás las ganas de ponértelo. Preferirías usar esos trapos
viejos y descoloridos a los que estas acostumbradas que son queja y
malhumor. Pero hazlo en fe. No te preocupes de cómo sientes. Ponte
en tu vestido de alabanza. Comienza a alabar y a agradecer al Señor.
¡Si lo haces en fe, terminaras poniéndotelo!
Puedes cambiar de vestidos a medida que
los vas necesitando durante el transcurso del día. ¿Hay algo que te
está causando enfado? Sientes tu enojo subir. ¡Rápido! Ponte en el
vestido de benignidad o de paciencia. Póntelo en fe.
Agradécele a Dios por su paciencia lo cual tienes porque El vive en
ti.
¿Estas comenzando a gritar porque todo
se te esta amontonando? Ponte el vestido de bondad. Agradece al Señor
por su espíritu bondadoso el cual vive en ti. Este es el nuevo
hombre. Es Cristo en ti, la esperanza de gloria. El vive en ti ahora.
Todos estos preciosos vestidos te
pertenecen. Son todos tuyos. ¡Lo único que tienes que hacer es
ponértelos en fe!
Rompe de una vez por todos esos
vestidos viejos y descoloridos. Usa tus nuevos cada día. Vive en
ellos. Deja que la preciosa vida de Cristo sea vista a
través de ti.
Nancy Campbell
Traducido con
permiso por
♥Silvia Pérez-Gingerich
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